Domingo suspendido

El domingo 4 de noviembre fue de esos días en que el tiempo se suspende un poco, el calor se pasa de primaveral y roza lo veraniego. Despacio.
Fuimos a la Reserva Santa Catalina a hacer registro, a caminar, a charlar, a pensar y a despertar ideas.

Un lugar tan cargado de situaciones, como todo baldío, nos recibió con su tiempo suspendido, con sus veintiocho grados y su sol de frente.

Tronco. Pelota. Vías. Tren. Mate. Perros.
Drone. Familia. Pasto. Estación. Lejanía. Soledad.
Shortcito. Mochila. Lentes. Galletitas. Don Satur no.
Florcita. Líquenes.
Industrial. Parque. Abandonado o no. 51. Algodón. Llavallol.
23º. Refresca. Despacio. Pringles. Zama tampoco.
Mates. Mermelada. Don Satur sí.

Al domingo suspendido nos lo llevamos puesto.

 

El cuerpo es el baldío

 

_baldío, baldía
  1. adjetivo
    [terreno] Que no se cultiva ni se labra.
    « la orden de 1767 de repartir los territorios baldíos favoreció a los labradores más poderosos; subió a la explanada, rala como un baldío »
  2. adjetivo
    [esfuerzo, empeño] Que resulta inútil porque no ofrece ningún resultado.
    « todo esfuerzo se había demostrado al final baldío »
  3. adjetivo
    RÍO DE LA PLATA y COLOMBIA
    [terreno, solar] Que está sin edificar en zonas urbanas o suburbanas y que generalmente está abandonado.
    « en la esquina de mi casa hay un terreno baldío; unos cuantos baldíos de la zona fueron expropiados como consecuencia de las inversiones de empresas constructoras para levantar modernos edificios »

 

De nuestro último encuentro –ese que nos reunió entre vientos y sanguchitos–, surgió la idea de repensar al rededor de la definición de baldío. Una de las propuestas fue el cuerpo como baldío. Leyendo, pensando y dándole vueltas a la cosa, descubro que si bien hay características que pueden hacernos pensar que existe una convergencia entre los dos conceptos, hay otras que parecen pujar por alejarlos.
Los arriba citados, son los primeros resultados que aparecen cuando buscamos la definición de baldío Si entendemos al cuerpo como baldío, ¿podemos pensar que un cuerpo puede no cultivarse ni labrarse? ¿Que es inútil porque no ofrece resultados?

Los baldíos que encontramos en la ciudad, además, en general están abandonados, con el pasto largo y con frecuencia con montañas de basura o escombros que la gente –aprovechándose de esta cualidad de abandono– deposita en ellos. La luz del alumbrado público no los alcanza en su totalidad y los convierte en lugares inseguros o bien, puntos de reunión para el desarrollo de lo indebido y lo inmoral.
¿Quién no pensó alguna vez en cambiar su recorrido del trabajo a la casa para evitar pasar cerca de un espacio de estas características?

Desde esta perspectiva, parecería que la definición de baldío solo se aleja más y más del cuerpo como tal.
Sin embargo, hay otros puntos que son confluentes y que parecen redundar en una práctica de lo posible.
Un baldío, por su propia condición, tiene posibilidades de convertirse en otra cosa, pero ¿en cualquier cosa? No. Sin lugar a dudas, no. Y es acá donde vislumbro la convergencia: las posibilidades del baldío, dependen en gran parte de las posibilidades de su entorno, y en menor medida de las posibilidades propias.
Si el terreno está en un lugar favorable, es susceptible de ser cultivado, o bien de alojar una casa, o un gran edificio con muchos departamentos, un gran hall de recepción y un portero que se ocupe de abrirle la puerta a quienes viven en él. Pero si sus cualidades geográficas fueran otras, podría ser propicio para su ocupación repentina: chapas, madera, gomas, lonas, y si la cosa sigue, ladrillos, cemento, puertas y ventanas.
Si un cuerpo nace en un lugar favorable, contará con un techo, cariño, un plato de comida y posibilidades de desarrollarse más o menos acordes a sus inquietudes. Por el contrario, si su suerte es otra, todo esto puede quedar trunco.
Pienso en el concepto de meritocracia, ese sistema que a partir de un supuesto orden de mérito, de talento, educación, habilidades, competencias o aptitudes otorga a quienes aspiran a algo –lo que sea– lo que merecen.

Si el cuerpo es un baldío, es porque depende de las mismas condiciones de posibilidades. No hay esfuerzo que valga cuando estas (unas, algunas) condiciones no están dadas a priori. Que hay una porción de intención, de voluntad, es innegable. Pero ¿cuánto de nuestros cuerpos / baldíos nos vino ya determinado por nuestras condiciones geográficas, familiares, económicas, políticas, sociales? ¿Qué podemos construir en nuestros cuerpos a partir de las condiciones de nuestras posibilidades? ¿Cuánto de lo ya construido en estos baldíos formó parte del movimiento inercial de nuestras condiciones y cuánto fue fruto de la voluntad?